miércoles, 29 de agosto de 2012

Secuelas de una decepción amorosa

Levante la cabeza y estaba ella, sí ella. Esperando para nuestro almuerzo pactado conteniendo una emoción inevitable, sin decirnos a nosotros mismos lo que nos causaba la risa. Ella freno su emoción con una noticia que me sepulto, me voy a trabajar a provincia. Al instante pensé que era una broma cuando recordé que estaba postulando para un cargo en Trujillo. Mis emociones entonces emparejaron los
 suyos y solo atine a cambiar de conversación para pasar desapercibido la nostalgia que embargaba la situación. Sabía que era el gran día, mi cumpleaños y un gran regalo, un almuerzo con ella, ahora no sabía si feliz por el almuerzo o triste por su partida.
Llevaba casi 5 días de conocernos pero congeniamos al instante, yo lo note en ella a la vez lo sentí por mí. Ya nada queda decir, ya nada queda escribir a la musa de esta situación confusa. Mis palabras ya no tienen profundidad porque me invade la sensibilidad.
Escribo porque sé que no leerá y mi voz no la detendrá. Porque la carta esta jugada y mi posibilidad resquebrajada. Porque su decepción amorosa la llevo a ser dudosa.

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